Título: «Salud y Responsabilidad»
Autor: Christopher Vasey
Valor: $5 dólares estadounidenses
Descripción: ¿Es el ser humano responsable de las enfermedades que le agobian, o le sobrevienen éstas por casualidad o mejor dicho, por azar? En otras palabras, ¿hay algo en nuestra manera de vivir que nos hace responsables de los trastornos que sufrimos o bien aparecen éstos independientemente de lo que hagamos?
Es indispensable tener una respuesta clara a esta pregunta si deseamos poder evitar la enfermedad con medidas apropiadas y gozar de una sólida salud que nos permita cumplir nuestros deberes y realizar con éxito todo lo que nos proponemos.
«Pureza de pensamiento y salud corporal
La medicina tradicional que tiene su origen en la sabiduría popular, habla desde hace milenios de la necesidad de purificar el organismo y de limpiar la sangre para conservar la salud. Innumerables procedimientos han sido recomendados para esta meta. Unos dirigen sus esfuerzos ante todo a eliminar las impurezas y venenos que contiene el organismo a través de curas de primavera, purgas, lavativas, sangrías, ayunos, sudación y drenaje de las toxinas por plantas medicinales. Otros procedimientos tienen como meta evitar que los venenos penetren en el organismo. Se trata por tanto principalmente de prescripciones dietéticas: limitación o supresión de ciertos alimentos, dietas particulares, etc. El esfuerzo actual para conseguir una alimentación sana, natural, exenta de alimentos ricos en toxinas o desnaturalizados por la presencia de pesticidas y conservantes, forma parte de este procedimiento. En efecto, tratando de evitar el consumo de alimentos malsanos, o aquellos que contienen aditivos, se busca proteger al organismo para que no se sobre cargue peligrosamente con sustancias nocivas para él.
La búsqueda de la pureza
Esta búsqueda de la pureza a nivel fisiológico está totalmente justificada. Las células que forman nuestros órganos, y por tanto nuestro organismo entero, están bañadas por un medio nutriente: el terreno vita, formado por la sangre, la linfa y el suero celular. Estos líquidos representan el medio ambiente de las células. Esta últimas dependen completamente de este terreno orgánico para su funcionamiento y su supervivencia. Cuando este medio interior se satura de venenos y de toxinas, ¿qué se puede esperar sino trastornos de salud y enfermedades?
No obstante, si a partir de hoy más y más personas siguieran las recomendaciones de estas investigaciones y modificasen consecuentemente su modo de vida y su forma de alimentación, poco faltará para que se den cuenta que estas mismas recomendaciones son también válidas para la vida psíquica, es decir, para nuestra alma.
¿Existe, entonces, también un “terreno de alma” en el cual, como en el caso del terreno vital, puedan acumularse los elementos nocivos, llegando a perturba r a largo plazo nuestro equilibrio y nuestro bienestar interior?
El terreno del alma
El ser humano non constituye solamente de cuerpo y hueso, posee también un núcleo animador que es de naturaleza inmaterial: el espíritu. El hecho de considerar al ser humano como algo más que su propio cuerpo físico no es solamente una concepción propia de las grandes religiones, sino que es en realidad también una noción básica de la medicina. Grandes médicos como Hipócrates, Galeno, Paracelsus, Hahnemann, etc….estimaban que el ser humano está constituido por tres elementos principales: 1) el cuerpo físico, 2) el alma con su conjunto de cuerpos sutiles (el cuerpo astral, cuerpo de fuerzas vitales…) que animan y dirigen la actividad del cuerpo físico y 3) el espíritu inmaterial.
El hecho de que la vida psíquica tenga lugar a nivel del alma, y no del cuerpo físico, no es un hecho que nos sea extraño (entendiendo bajo alma el espíritu rodeado de sus envolturas sutiles). Corrientemente asociamos las manifestaciones de nuestra vida psíquica a las facultades de nuestra alma: la rectitud es calificada de grandeza de del alma, la benevolencia de bondad del alma, la certitud de fuerza del alma, etc….Por otra parte, el hecho de que los sucesos de nuestra vida psíquica, por ejemplo la maldad que se nos manifiesta, se inscriben en nuestra alma y no en otra parte, se traduce por el hecho de que hablamos de heridas del alma, y no de heridas del cerebro o de algún otro órgano físico.
Existe por tanto un terreno del alma en el que se registran los sucesos de nuestra vida psíquica: nuestros pensamientos, nuestras intuiciones, nuestros deseos, nuestros sentimientos y aspiraciones. Y todos estos elementos forman nuestra personalidad. Nuestro “yo” personal e individual, el espíritu, ¿no es en efecto el resultado de todas las experiencias que hemos vivido?
El alimento del alma
Como ocurre con los alimentos de cuerpo, el alimento del alma puede ser benéfico o nefasto, con carencias o desnaturalizado. A los alimentos sanos, naturales y frescos que nuestro cuerpo físico requiere, corresponden los pensamientos elevados y las aspiraciones nobles que vivifican y fortifican nuestro ser interior. A los alimentos sobrecargados de toxinas que congestionan nuestro terreno vital y nos ponen enfermos corresponden los pensamientos negativos, el resentimiento, el odio, la envidia, etc. Que nos hacen perder nuestro equilibrio interior y nuestro bienestar.
Así como ciertas personas sufren carencias físicas en nutrientes indispensables para la salud como las vitaminas u oligoelementos, hay otras que están totalmente privadas de pensamientos alegres y altruistas o de aspiración hacia las cosas más levadas, bellas y buenas. Su vida se desarrolla por consiguiente en una atmósfera triste y sombría. Son desgraciados por que no “se alimentan” de pensamientos luminosos y buenos.
La desnaturalización de los alimentos, es decir la modificación voluntaria de su constitución ya sea por añadir elementos nocivos (aditivos), o por la sustracción de sustancias útiles (refinado de los cereales, aceites, etc.), se encuentra, en su analogía, también en la vida psíquica. Ciertos valores o nociones importantes, como el amor al prójimo, la justicia, la libertad, son a veces deformados al añadir ideas seductoras pero falsas. Por ejemplo, el derecho a la libre decisión –el libre albedrío- que se convierte en libertad sin límites; o por sustracción de elementos esenciales: la libertad carente de la responsabilidad inherente se convierte en libertinaje. Como los alimentos desnaturalizados, estas falsas nociones dan la impresión de ser buenas y refrescantes para el alma, pero la hacen padecer hambre y la impiden funcionar correctamente.
Por supuesto, los elementos de nuestra vida psíquica no marcan nuestro ser interior nada más que en función de su frecuencia y de su fuerza. De la misma manera que un alimento comido esporádicamente no tiene tanta influencia como la de un alimento consumido regularmente, un pensamiento que lo mantenemos día tras día, nos marca mucho más que un pensamiento fugitivo. Por otra parte, una emoción sentida profundamente, con fuerza e intensidad, una gran alegría o un gran dolor, nos marcará a su vez más que una emoción fugitiva.
De la salud del alma a la salud del cuerpo
Si una alimentación sana permite tener un terreno vital fuerte y estable que es resistente a las infecciones y capaz de defenderse eficazmente en caso de agresión, ocurre lo mismo cuando alimentamos correctamente nuestra alma. Para hacer esto, es necesario vigilar todo lo que entra y sale de nosotros. Lo que entra son las informaciones, los consejos o las ideas, que vienen a nosotros a través de personas que nos rodean o que nos transmiten los medios de comunicación. Todo lo que sale de nosotros, es todo lo que pensamos, decimos y hacemos. Gracias a este trabajo en nosotros mismos, nuestro terreno del alma será también sano y resistente. Y todo esto para nuestra mayor felicidad, pues, de la misma manera que a nivel físico un microbio no puede sobrevivir en un terreno vital sano, así también las sugestiones negativas, el desánimo y el miedo tendrán muchas dificultades para enraizarse en alguien que tenga un buen fondo, esto es, fortaleza de alma y de espíritu.
Christopher Vasey»
Tomado del libro “Salud y Responsabilidad” de Christopher Vasey, Colección Valores de Vida, Cuaderno No. 1, Publicaciones Hispanas del Grial, pp. 48-53, Stuttgart-Alemania
CONTRAPORTADA
¿Es el ser humano responsable de las enfermedades que le agobian, o le sobrevienen éstas por casualidad?
¿Hay algo en nuestra manera de vivr que nos hace responsables de los transtornos que sufrimos o bien aparecen estos independientemente de lo que hagamos?
El autor desarrolla en el curso de la lectura una respuesta clara a estas preguntas claves situando su reflexión sobre el origen de las enfermedades en un margen más amplio.
Christopher Vasey es naturopata suizo, autor de numerosos libros de medicina natural destinados a explicar esta materia de una manera sencilla y práctica.